lunes, 2 de abril de 2018

VOZ DE FÁTIMA, VOZ DE DIOS N° 53


VOZ DE FÁTIMA, VOZ DE DIOS N° 53
03 de marzo de 2018
Vox túrturis audita est in terra nostra”
(Cant. II, 12)

"Por fin mi Inmaculado Corazón triunfará" (Nuestra Señora de Fátima, en su tercera aparición, el 13 de julio). ¿Y qué significa ese triunfo de nuestra buena Madre del Cielo, sino el triunfo de Su Divino Hijo? ¿Y qué significa ese triunfo de Jesús, sino su imperio, su gobierno y su dominación sobre todos los hombres, tanto individualmente como organizados en sociedad, tanto internamente como en sus actividades externas, tanto en sus pensamientos como en sus palabras, tanto en la intimidad de sus hogares como en público, tanto en sus obras de arte como en sus publicaciones de leyes civiles, tanto en su modo de estimar las cosas como de juzgarlas?
Y si la Santa Iglesia no es otra cosa que el Cuerpo Místico de Jesús, todos los hombres, gobernantes y gobernados, desde el sumo gobernante que es el Papa hasta el más insignificante de los ciudadanos, y todas sus obras, realizadas en su interior como las que realizan externamente, deben someterse a las enseñanzas y gobierno de la Santa Iglesia, que es la fiel transmisora de la Revelación Divina y depositaria de la autoridad de su Divino Fundador. Y ese es el llamado Reino Social de Nuestro Señor Jesucristo.
¿Cuándo se realizará esto? No lo sabemos. Lo que corresponde a nosotros, en la situación en que se encuentra hoy el mundo, es de, en el ámbito de nuestra acción y en el que tengamos alguna influencia, realizar ese ideal en nuestras propias personas y en las del prójimo. Y eso implica necesariamente una oposición a casi todo lo que se nos ofrece a nuestro alrededor, pues la sociedad actual está impregnada hasta la médula de una multitud de cosas que se oponen a Cristo Rey. Esta actitud ciertamente es abrumadora y nos hace sufrir, pero nos asimila, aunque indignamente, a los santos personajes que se quedaron al pie del Calvario, las cuales, solos, dieron muestra de fidelidad a nuestro Divino Salvador frente a la turba que vociferaba con odio su mayor y verdaderamente único Benefactor.
¿Qué nos valdrá esta actitud? Muchas incomodidades y tal vez hasta la vida presente, pero nos premiará con la eterna. Y eso excede a todo precio.
Que Nuestra Señora de Fátima nos alcance de Su Divino Hijo la gracia de estar al lado de Ella en el Gólgota, de pie, como Ella.
Arsenius